Son también con frecuencia solicitados la arqueta de marfil y esmaltes, del siglo XI, origen árabe y procedente del monasterio de Santo Domingo de Silos, y el Frontal de Silos, una de las piezas más sobrecogedoras -por su arrolladora belleza- del Museo de Burgos, si bien se presta en contadas ocasiones por sus especiales características. Data de mediados del siglo XII y es considerado uno de los mejores ejemplos del taller de esmaltes medievales del monasterio silense. Hasta que recaló en el centro museístico formó parte del adorno de la tumba de su fundador.
Procedente del monasterio de Fresdelval y joya escultórica del gótico, es el busto orante de Juan de Padilla, que ha salido de los muros del museo en diversas ocasiones. Hecho en alabastro, la escultura que retrata al paje de la reina Isabel La Católica data del siglo XV y es atribuido al artista castellano Gil de Siloe. No menos reclamada en exposiciones de altos vuelos es la Virgen de las Batallas, esmalte medieval románico (siglo XIII) que perteneció al Monasterio de San Pedro de Arlanza. Durante décadas estuvo en manos de un coleccionsita extranjero, que finalmente lo vendió, permitiendo su regreso y recalando en el Museo de Burgos. La pieza está elaborada con placas de cobre dorado adornadas con esmaltes y aplicaciones de piedras semipreciosas. La leyenda dice que el conde Fernán González la portaba en cada combate, si bien difícilmente pudo ser así toda vez que el fundador de Castilla vivió tres siglos antes de que fuera tallada la pieza.
En lo referente a pintura, el cuadro más veces cedido es el retrato de Fray Alonso de San Vítores, de Juan Rizi, obra maestra de la pintura española del siglo de oro español. Es considerado uno de los mejores retratos del siglo XVII por la elegante pose del retratado, que recuerda «los grandes retratos papales, particularmente el de Inocencio X de Velázquez. Su mirada consigue transmitir la penetración psicológica del prelado, mientras que el fondo muestra una magnífica vista contemporánea de la ciudad de Burgos».
otras piezas. Además de las citadas, otras muchas piezas han sido recientemente prestadas por el Museo de Burgos. Así, para la muestra ‘El mundo de los castillos. Ponferrada: templarios, peregrinos y señores’ salieron rumbo a la ciudad leonesa una pareja de candeleros de esmaltes del taller de Silos; una figura yacente de caballero halconero y la arqueta relicario de Santo Domingo de Silos.
En ‘In Principio erat verbum: El Reino de León y el Beato de Escalada’, que se clausura este mes, han participado un fragmento de Cancel del Monasterio de Valeránicas; una ara de alta mozárabe de la ermita de las Santas Centola y Elena de Siero; un estuche de juegos de una hija de Abd-al-Rahman III y un marfil (siglo x), procedente de los talleres de Medina Azahara. En la exposición ‘Alfonso X’ celebrada en Murcia fueron enviadas la Virgen de las Batallas y el citado estuche de la hija de Abd-al-Rahman. En la exposción ‘Burgos en la Guerra de la Independencia’ pudieron verse granadas, empuñaduras de sable, balas, balines, yesca, hebillas de cinturón y monedas, piezas todas originarias del castillo de Burgos. La Tizona fue solicitada para mostrarse en la Expo de Zaragoza 2008, además de ser la estrella de la famosa exposición ‘El Cid. Del hombre a la leyenda’. En las múltiples exposiciones monográficas que se ha hecho sobre Atapuerca participaron las piezas que antes conservaba el Museo de Burgos y que ahora está depositadas en el Museo de la Evolución Humana.
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